Haber estado todo el tiempo de viaje era algo muy agotador. Alfin habia llegado a la ciudad del Reino de Fuego.
Camine lentamente por las calles, haciendo memoria de los locales que aun permanecian en pie, y de los que desaparecienron.
Todo estaba bastante distinto a lo que recordaba, pero La Taberna aun estaba ahi.Mi padre, con amigos, se pasaba el fin de semana en ella.
Ahora que yo era mayor, quizas tambien podia hacer lo mismo.
Sin pensarlo entre en el lugar.
- Algo fuerte, por favor - Le dije al tabernero y lleno un vaso de un liquido marron algo claro.
- Gracias - Dije en voz baja pero lo suficientemente audible para que escuchara mi agradecimiento.