Noche en la taberna

Estaba sentada en una silla frente la barra de la taberna. En mi mano llebava un cigarro medio conumido y encima de la barra una cerveca a mitad beber.
Estaba sentada, con una pierna sobre la otra, y girada para poder contemplar la estancia. Tenia el codo apoyado en la barra y la mano apoyada en la cabeza, con el cigarrilo apuntando a la barra.
Mi piel palida contrastaba con el vestido rojo que llevaba por encima d elas rodillas y co los zapatos rojos.
LLebava una capa negra con capucha, solo que no llebava la capucha y la capa solo se sostenia con el encanche circular de plata en mi cuello.

Vi a una chica, de apariencia fragil, entrando en la taberna
-Vaya, vaya, la pobre niña busca un lugar con calor ¿Eh?-Pense para mi misma con un aire burlon cuando la vi entrar buscando el calor de un lugar.

La examine con la mirada y por un momento me dio pena, al recodar que ude haber acabado como ella, con una familia pobre y muriendo de hambre.
Pero luego deje de sentir ese sentimiento de pena y recobre el de superioridad. Si ahora tenia bastante dinero hasta que me sobrara es poque mi destino era ese.
Ser trabajadora y tener mi recompensa.
Pero segui viendo un cierto parecido en ella.Para borrar ese sentimiento, di una calada al cigarrilo y bebi un trago de la jarra de cerveza.

Las batallas en las cercanías de los Confines, las misiones como mercenario para ganar sustento y dinero había concluido, al menos por cierto tiempo. 265 años exactamente había deambulado en el mundo en busca de la respuesta a mi gran interrogante, una pregunta que no me permitiese dormir en más de un centenar de noches.

Retorné a lo que, de ser un ente común, llamaría hogar, el reino del Fuego, la nación de las Llamas, cuyo poder morase en mi manifestado en la forma de mi técnica de combate. Reconocía el sitio, incluso bajo la luz de la resplandeciente Luna de aquella noche gélida, por lo cual conseguí llegar fácilmente a la taberna, en dónde encontraría algo con que alimentarme, para después retornar a la frialdad del mundo y buscar un sitio donde descansar.

Los sonidos metálicos de mi armadura resonaban como las centellas de dos espadas golpeándose simultáneamente, motivo por el que algunas miradas se posasen en mi una vez ingresé en el recinto. Ignoraba si conocían alguna absurda historia de aquellas que circulaban por el mundo, historias que trataban de darme una fama indeseable a mis ojos... el anonimato siempre era lo mejor en cualquier caso. Con estos pensamientos, tomé un asiento cerca del individuo que atendía el negocio, sin tener en cuenta los malditos murmullos que los inmundos sujetos ahí reunidos pronunciaban respecto a mi.

-Quiero una bebida y algo de comer, realmente no me interesa que sea- ordené desde el interior de mi yelmo, con una voz autoritaria y fría como el viento que soplaba ligeramente esa noche.

Le di otra calada al cigarrillo cuando entro un hombre con armadura.
Al verlo alze una ceja y tenia una mirada tanto de asombro como de curiosidad
Vaya vaya el que llego no esta tan mal-Pense para mi misma. Pero no en ese sentido.
Comparado con la muchacha que habia entrado hace unos minutos, estaba mejor el caballero.

Por un momento pense en hacercarme a ella. Despues de todo, estube a punto de acabar asi o incluso peor.
Deje el cigarrilo en el cenicero y abri mi monedero, tenia bastantes monedas y billetes.
No podia creerme que estaba a punto de hacer.
-Camamrera-Dije en voz no muy alta, pero no por ello baja, a una camarera delante mio, al otro lado de la barra-pongame otra cerveza y cobrese las dos cerbezas-Le dijeponiendo una smonedas en la barraY pongale a aquella chica de alla una cerveza y un buen plato de comida-Le dije señalando a la peirrojadelgada mientras le daba un billete.

Ya estaba echo. Habia invitado a una desconocida a bebida y comida.

La noche era bastante fria y luego de dejar mi morral en mi cabaña marche hacia la Taberna para poder comer algo y tomar algo, ya que yo no tenia nada en mi casa. Iba con paso lento y tranquilo en direccion a la taberna llevando solo mis dos espadas además de la ropa que vestia en ese momento, debido al viento mi largo pelo pelirroja se movia de un lado al otro causandome de vez en cuando molestias para poder ver. Entre a la Taberna y pude ver que estaba bastante concurrida, habia mucha musica y la gente hablaba muy entretenida unas con otras, luego de mirar un poco dentro del local me acerque a una mesa vacia cerca de la barra, mientras caminaba mis dos espadas dentro de sus estuches (off: se dice de otra manera :S ? ) chocaban haciendo que por cada paso que daba sea acompañado por un leve ruido metalico que llamava un poco la atención, pero para suerte mia no toda la atencion del lugar.

Me sente en esa mesa vacia y espere un par de minutos para que venga la camarera, luego de pedirle cualquier cosa de comer y beber que tuviera me recoste sobre la silla un poco agotado, y aprovechadno el calor que el lugar desprendia.

La paciencia formaba parte de mis virtudes, sin caer en el grado de la pereza o algún derivado. Aguardar por provisiones no me resultaba incómodo, incluso podía ser necesario desde cierto punto de vista. Mientras lo hacía, percibiendo los aromas que se mezclaban en la taberna: humo de cigarrillos, sudor de empleados, abundante alcohol, flores de lavanda empleadas para aminorar aquella bizarra combinación de esencias, el miedo, la ira y demás... todo era fácil de notar con sólo respirar atentamente.

Un espadachín, o ello me pareció por el golpeteo semejante al del acero dentro de las vainas, ingresó en el increíblemente abarrotado lugar... aunque, realmente, bajo las circunstancias de aquella noche, la presencia de tantos seres no tenía tanto de extraño como pudiese parecer. Eché un vistazo al individuo desde el interior del casco que protegía mi cabeza por completo, simplemente movido por la curiosidad. Debía admitir una cosa después de tantos años: yo era de los pocos combatientes que empleaban una armadura tanto para luchar como para deambular libremente por el mundo.

Mi atención se centró en una joven, de cabello rojo como las llamas, quien parecía tener una discusión con la mujer que le atendía. Proteger a los desvalidos y hacer el bien siempre que me fuese posible era una de las primisas bajo las cuales vivía... aunque no trabajaba con ellas en mente, desde luego.

Miré aquel lugar un instante antes de ponerme en pie y recorrer la distancia que me separaba de la chica. La observé unos momentos, antes de dirigirle la palabra.

-¿Tienes un sitio dónde dormir pequeña flama?- pregunté con gélida voz, la cual adquiriese un toque más tétrico al salir de aquel yelmo metálico, esperando su respuesta con impacibilidad.

Observe a la chica a la que habia invitado a comer, sin que ella lo supiera, claro.
Esboce una pequeña sonrrisa al ver que le agrado la comida que le servian. La sonrrisa que esbozaba no me delataba, parecia que sonrriera por el cambio en la musica en ese momento.

Me gire mirando hacia la chica y vi que hablaba con el caballero que habia entrado un rato despues de ella.
Di una ultima calada mentras me giraba hacia la barra y apague el cigarro.

Me apoye a la barra con una mano mientras me acariciaba un poco el pelo. Con la tra tome el vaso y bebi.
Me empezaba a sentir cansada y el calor empezaba a surguir en mi.

Me rehice el moño de forma informal, como una coleta solo que sujetaba con la goma el pelo antes de dar la ultima vuleta, por tanto tenia una forma redonda.
Me alise un poco el vestido y me frte los ojos.
Mire a mi alrrededor y no ocurrio nada intersante
]color=darkred]-Por o visto, hoy todos decidieron no hacer nada[/color] Pense