Visita inesperada al Señor del Aire (Raguna)

La quietud y el silencio eran presentes; los pasillos desiertos así como mi respiración. Con pasos bien colocados en la madera, no fue nada difícil infiltrarme entre el gran bosque que rodeaba las murallas, era increíble lo despistados que podían ser los miembros de la guardia, si mi objetivo fuera siendo el atacar al Respetado Señor del Aire, lo cuál nunca en mi vida haría, probablemente llegaría sin que nadie se diese cuenta hasta poder encontrar un cadáver tirado en el salón principal, yo apenas si era un "plebeyo", no tenía ninguna oportunidad con solo pensar en que le tratara de agredir.

Tres minutos...tres minutos y nadie de la guardia se había dado cuenta que había alguien más de la cuenta en el edificio. Ansiaba estar frente al Señor del Aire, mis servicios podrían serles útiles, en estos momentos vivía una de las razones principales; protección nula. Sentí vibraciones a través de la madera, una zona era iluminada, a tal punto que asomar los ojos era un dolor inmenso. Sonreí un poco y me pegué a la pared, donde había una sección seguramente puesta para una decoración, el uniforme blanco ayudaba, pues apenas si podía notarse la diferencia entre la tela y la pared. Me mantuve erguido, con la capucha bien acomodada, esperando por el siguiente movimiento próximo.

Raguna se preparo para desenvainar su wakizashi, había notado algo fuera de lugar ahí. Observo con calma los pasillos, le había tomado un tiempo acostumbrarse a la excelente iluminación del castillo así que solo le tomo uno segundos percatarse de donde provenía "aquello fuera de lugar".

-¿Tienes algo que decir?...

Sonreí finalmente, estaba empezando a cambiar de opinión sobre la seguridad nula. Me separé con tranquilidad de la pared, a la vez con todo el cuidado posible, no quería iniciar una lucha innecesaria.

-Que si tú no me atacas, yo tampoco lo haré- Si pudiese, desactivaría el mecanismo de la daga, demostrándole que mis intenciones no eran malas; pero el hábito implantado en la infancia daba mucho de qué quejarse y porque me era imposible separarme de un arma que podría ocupar en estos momentos de tensión. -Vengo a hablar con el Señor del Aire- Agregué con tono inexpresivo.

-No es la forma más convencional de pedir unos minutos para hablar con el Emperador, infiltrarse en el castillo... ¿que intentabas?

Raguna relajo sus brazos mientras pensaba que hacer con el tipo que acabada de encontrar en el castillo.

-Lo és cuando sabes de intermedio que aunque digas toda tu identidad frente a ellos no te dejarán pasar...además, es importante lo que tengo que hablar con el Señor del Aire- Esta no era la primera vez que venía, por ello es que logré obtener el conocimiento de los sitios más peligrosos del sitio. Tendría una edad de aproximadamente 11 años cuando vi por primera vez al Emperador en compañía de mi padre y de mi clan, le habíamos prometido lealtad eterna, y aquí estaba, cumpliendo nuestra palabra años más tarde. No creía poder "convencerla", pero daba igual.

-Aunque sería mejor de mi parte preguntar si el Emperador se encuentra disponible en estos momentos- De no ser así, me verían más seguido por aquí hasta que hubiese conseguido hablar con él.

-El Emperador suele ir seguido a la ciudad y no tiene mayores problemas en dirigirse o hablar con la gente del reino, me parece que si es algo inconveniente para ti haber hecho esto. De todas formas creo que me tendrás que acompañar, lo mas seguro es que si consigas verlo.

Sin inmutarse mucho hizo un ademán para que el intruso la siguiera por unos pasillos. Por lo poco que podía ver Raguna, el hombre tenia la piel muy tostada como para pertenecer al reino del aire, tal vez venia de otro reino, no lo sabia con certeza así que antes de hacer cualquier cosa considero que lo mas prudente era reportarlo con Daigotsu.

Sonreí, ¿de verdad creería que la acompañaría?.

-Siento decir esto, pero no puedo seguirte...te veo en la zona oeste de la muralla- Con toda la tranquilidad del mundo, me apoyé en el afeizár de la ventana y me tiré en dirección a los árboles. La espesura de las hojas era muy grande para que pudieser ver donde estaba y con agilidad me pasé de rama en rama sin soltar ninguna prueba de que en realidad estuviese ahí, continué mi trayecto hasta llegar a la muralla donde había dicho, esperando como gárgola a que llegase y a la vez, agudizando los sentidos para saber si alguien más llegaba.

"Hombres... siempre lo complican todo" pensó Raguna mientras iba a la muralla donde seria el encuentro. No se dio prisa, según ella no merecía mucho la pena, una vez allí diviso al hombre y se acerco. El clima era calido, afortunadamente la lluvia del otro día había durado muy poco y ya prácticamente estaba todo seco, muy agradable.

-Era necesario, no podría imaginarme al Señor del Aire enojado con la guardia por el hecho de que no se hayan dado cuenta que estaba ahí- Le respondí cuando bajé de la muralla con facilidad y a una distancia considerable de ella. No debería ser tampoco un motivo de ira, conocía a los Nazaríes y su modo de trabajo. Caminamos un corto trayecto hasta que empezaba la "civilización", parecía buena idea eso de que me guiara desde abajo, pero no sacaría su paciencia, y de cierta forma...todos me conocían, para eso desactivé de una buena vez la daga.

-Entonces deberías medir mejor tus actos...

Se quedo observando mientras el hombre parecía desactivar la daba de su brazo, se le hizo curioso, mas aun después de sus explicaciones. Todo demasiado contradictorio como para que sea alguien de fiar.

-¿Planeabas matar a alguien?

Agrego con un dejo de sarcasmo mirando al hombre con fijeza, no sabia si el la miraba puesto que llevaba una capucha que le impedía ver su rostro.

-Él sabe como trabajo- Aseguré, cuántas veces llegaba a hablar tan bien de nosotros, en décadas habíamos eliminado muchos peligros que se presentaban contra la Tierra del Aire, más allá de ser una responsabilidad, lo consideraba un gusto, ser útil en el proceso de bienestar para todos.

-Siempre es una precaución...es como poner a una persona que vigile pero sin su arma, se puede prescenciar un ataque de ansiedad, y eso no es nada constructivo para lo que hago- Respondí serio.

Simplemente le miro de forma muy fría, lo comprendía a la perfección a pesar de que encontró un par de fallas en cuanto a las acciones del hombre. Hizo un ademán con la mano y pregunto.

-¿Ahora si me seguirás?

-Con todo el gusto del mundo- Algo que estaba llamando mi atención de sobremanera era la edad de mi "guía", evadí ese pensamiento al adentrarnos directamente al pueblo, donde la gente comerciaba tranquilamente y otros más solo paseaban, atrajimos miradas en el mismo instante en que un niño nos señaló. Unas miradas se encontraban confundidas, era anormal ver a un shinobi, como ellos me consideraban, saliendo con tranquilidad entre la gente.

Raguna comenzó a relajarse mientras iba ir y venir a la gente, su animo mejoro mucho, pero se percato de que los miraban mas de la cuenta, eso no era algo muy recomendable.

-Creo que debemos darnos un poco mas de prisa

Apuraron el paso hasta llegar al castillo, cuando entraron los guardias no parecían muy contentos con la presencia del shinobi acompañando a la nueva yojimbo, simplemente era algo extraño. Pasaron entre múltiples guardias de miradas reticentes hasta que llegaron donde se suponía se encontraba Daigotsu.

-¿Daigotsu-sama?

En la tranquilidad del inmenso salón tipo basilical, se encontraba Daigotsu.
En su mano un fino pincel con el cual se dedicaba a escribir un manuscrito sobre el nuevo pacto tratado en la mañana a las afueras de la mullas de la fortaleza.

Dejo el pincel en el tintero y se sentó hieráticamente al sentir pasos hacia el salón de los Legados.

~¿Daigotsu-sama?~
Dijo una voz femenina.

-Que ocurre Raguna?-
dijo el emperador con voz golpeada

Daigotsu con el giro ascendente de su muñeca hizo que la puerta se abriera de par en par.
Al hacer eso noto que su yogimbo no venia sola un sujeto con uniforme Nazaríes.
-ahh que Shinobis tan poco tradicionales… pero… fieles, fieros y fuertes, como un samurai- pensó y sonrió.

-ahhh así que tenemos la visita de un Nazaríes… hace ya 17 años que no veía a gente de su clan…shinobi-san…-

Un largo silencio se produjo en la sala


El emperador se estira un poco hacia atrás reclinadote un en su sillón exageradamente ornamentado con oro y jade.

- pasen y siéntense- dice con tono terciopelado mientras hace un gesto con la mano invitándolos a pasar.

Una vez estuvimos en presencia del Emperador, me erguí completamente y coloqué un brazo empuñado contra el pecho, como si fuese una "X" pero con una sola diagonal en dirección al corazón, como seña de respeto y lealtad. Hubo segundos de peculiar tensión, pero al final se terminó disipando en el momento en que nos pidió pasar. Ahora sabía el nombre de mi "acompañante".

Tomé asiento después de Raguna, para que ella eligiese su sitio. Hacía muchos años estuve sentado en este mismo sitio, era apenas si un niño, era increíble el cambio, 17 años en total ahora que hacía cálculos.

Al abrirse las puertas hizo una reverencia para luego entrar, Raguna tomo asiento descansando las manos sobre sus piernas y luego hizo lo mismo el shinobi, ella lo miro de reojo, parecía un poco pensativo. Luego volvió la mirada a Daigotsu y prosiguió.

-Shinobi-san deseaba hablar de algo de importancia con usted, según me dijo.

Fuese lo que fuese, Raguna tenía poco interés en saber y esperaba que Daigotsu la echara de la sala, puesto que no le concernía lo que sea que hablaran.

Daigotsu miro fríamente a Raguna.
- no es necesario que lo presentes... se perfectamente quien has traído... ahora puedes retirarte raguna-
Dijo con voz seria e inquebrantable.

En su Sillón volvió a tomar una postura hierática y miro al Nazarie.
- dime la razón por la que has venido Nazarie-san...-
pregunto con tono duro mientras que con un movimiento de su mano controlo el viento para que el pergamino que se encontraba sobre la mesa se cerrara.

-Respetado Señor del Aire, se me a concedido el honor de poder recibir órdenes directas suyas, conmigo tengo un pergamino, escrito por el jefe actual del clan, Malik, donde se explica la razón del privilegio y de asuntos que no están en mi poder- Sin dejar de mirarle tomé el pergamino que estaba guardado entre la tela del uniforme. Una de las cortesanas hizo el favor de entregárselo y esperé pacientemente a su respuesta.

la cortesana le entrego el pergamino a Daigotsu, este lo abrió con sumo cuidado y lo leyó.

-mmm... ya veo, me es muy útil que estés a mi disposicion, en especial por la guerra que se esta por venir, tu y tu clan seran de mucha ayuda-

hubo un momento de silencio, Daigotsu inspeccionaba con la mirada a el Shinobi.
-tu nombre.. dímelo...-
dijo rompiendo el silencio con tono golpeado.

Sabia que los shinobis eran leales, pero tambien sabia de las artimañas que utilizaban para realizar sus fieles, no podía confiar en un 100% en el, aunque en realidad, no confiaba en nadie.
Siempre debía mantener vigiladas a las familias de shinobi, si salían de sus manos abría un gran baño de sangre Shinobi en las calles del imperio, y eso seria una gran perdida de guerreros o por lo menos carne de cañón.

Daigotsu volvió de sus pensamientos

- me alegra que tu familia siga tan leal a mi...-
Sonrio

-Altair a su total disposición Emperador- No dudaba en que mostrase desconfianza, era común, y más cuando se trataba de una guerra, la cuál daría comienzo según información que me habían enviado.

-A sus servicios está mi clan, lo han estado desde que se formó, eso hace ya muchos años-

Daigotsu con un movimiento de su mano hizo que pergamino del Clan Nazarie
se guardara en uno de los grandes estantes de el Salon.

El emperador se puso de pie y miro a la cortesa que estaba cerca suyo.
- traelo...-

~si mi señor~ la cortesana se retiro y al cabo de unos pocos minutos trago una caja con ella la cual fue entregada al emperador.

Daigotsu la abrió y de ella saco un wakisashi , con una funda de muy fina factura.
- Ten Altair-san, entregale esto al líder de tu clan-

Daigotsu extendió uno de sus brazos hacia el shinobi entregándole la espada.
- este es el símbolo de la nueva union de tu familia con el imperio ... -